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Opinión | Las chicas del cable y su (mala) estrategia de comunicación

Opinión | Las chicas del cable y su (mala) estrategia de comunicación

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Este viernes día 28 llegaba a 190 países la nueva apuesta de ficción de Netflix, la esperadísima y celebrada Las Chicas del Cable, la primera serie en colaboración con una productora española. Su premiere se realizó como toda superproducción, con photocall y presentación en los cines. La expectación era muy grande, y no es para menos: el gigante del streaming apostaba por primera vez por la producción de una serie patria y había que venderla bien, hacer que triunfase. El revuelo por lo ocurrido en El Hormiguero estaba todavía en el aire pero ya se estaba convirtiendo en un suceso tristemente anecdótico, en la línea de su presentador y parecía que ya no iba a ir a más.

Cuál sería mi sorpresa cuando al día siguiente, antes si quiera de ponerme a ver la serie, comencé a leer a muchísima gente indignada. ¿Qué podría haber pasado con Las Chicas del Cable? No llevaba ni 24 horas en la plataforma, parecía imposible que alguien se pudiese haber ventilado la temporada en solo unas horas –lo comprobé- y la atacase.

Fue entonces cuando pregunté en Redes Sociales. Ahí fue cuando mi sorpresa fue todavía mayor porque no podía creer la enorme pifia que se acababa de marcar Netlfix.

Imaginad, por un momento, que Netflix hace una serie sobre, yo que sé, la importancia de la vida sana. Su marketing, sus eslóganes, su concept art...tratan ese tema. En la serie su protagonista empieza con “yo antes comía mal, pero ahora sé lo importante que es alimentarse bien para vivir mucho mejor”. En Redes Sociales la gente alaba a la plataforma por promover un mensaje positivo, necesario y tan en boga en la sociedad. ¡Por fin una serie que trata sobre esto en nuestro país y lo hace tan de frente!...

 Y, de pronto, sus actores hacen declaraciones diametralmente opuestas a este mensaje. Cosas como que ellos no creen que la vida sana sea necesaria, que prefieren atiborrarse a comida rápida todos los días o que los problemas de salud derivados de este estilo de vida no son para tanto.

Contradictorio, ¿verdad?

Las chicas del cable y el concepto de feminismo

Pues justamente esto ha pasado con Las Chicas del Cable y el feminismo. La palabra feminismo ha entrado en una espiral de malentendidos y (re)interpretaciones en nuestro país que casi parece una palabra malsonante. Tal es así que las propias declaraciones de su cast son buena muestra de ello.  Se aprecia la confusión con el término, el miedo a su implicación política y, en general, el profundo desconocimiento sobre la causa.

Netflix, que siempre ha gozado de una imagen pública impecable, ha caído en un error de principiante. Si Las Chicas del Cable se vende como una serie feminista, que muestra el empoderamiento de la mujer en una época difícil y con cuatro mujeres protagonistas, ¿por qué su cast no habla abiertamente del tema? O mejor dicho, ¿por qué no sabe nada sobre el asunto?

Cuando el reparto duda del mensaje, de la idea y del tema, a mí como espectadora me da a entender que ni a Netflix ni a Bambú le importan el feminismo. Que sencillamente han escogido un tema de “moda”, con un cast repleto de caras conocidas y lo han mezclado con pequeñas dosis de intriga, una bonita ambientación y una buena factura técnica. Sin más. Como si el tema principal Las Chicas del Cable fuese lo de menos.

La estrategia de comunicación por parte de las productoras implicadas es un resbalón de cuidado, y más aún en un país en el que crece la sensibilización sobre estos temas. A mí no me hace especial ilusión que en una serie que se vende como “feminista” trabajen actrices y actores que no saben lo que es y así lo hacen saber públicamente.

 Y, ojo, no estoy diciendo que deban censurarse las opiniones de los actores. Puedo entender la vacilación de Blanca Suárez y su desconocimiento, e incluso, haciendo un esfuerzo, las palabras de Yon González. Son libres de expresarse. Lo que digo es que, por cierta responsabilidad, estos actores deberían saber un poco sobre lo que hablan. Son figuras públicas y su opinión, nos guste o no, cuenta el doble.

Las y los intérpretes no tienen que manejarse en la materia en la que se manejan sus personajes, pero eso no quita que se formen en temas que implican minorías y problemáticas sociales. El ejemplo perfecto es Chyler Leigh, que interpreta a Alex Danvers en Supergirl. La actriz ha admitido que ella no sabía nada sobre movimientos pro-LGTB y que por ello se ha formado en el tema, para no caer en tópicos y echar por tierra una causa que afecta a mucha gente.

Me cuesta entender que una empresa como Netflix, que ahora mismo está empapelando medio mundo con la cara de Poussey –Samira Wiley- para hacer campaña de Orange is the New Black mientras denuncia la violencia en las cárceles y el abuso policial contra la comunidad negra, no haya previsto esto.

 Esperemos que este fallo en su estrategia –que le puede costar en posibles abonados- les haya hecho darse cuenta de lo delicado que resulta tratar temas sociales importantes.

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